Fui criada a punta de música clásica, eso hizo que elaborara mis gustos musicales desde niña y lejos de darmelas de erudita por eso, es un hecho que la oreja si se entrena cuando a los ocho años, después de dos compases de la novena sinfonía, tu padre te reta y te pregunta: “¿hija qué es eso que está sonando? ¿quién lo compuso?”, papá entraba luego del quizz en disertaciones sobre el talento, genialidad y la dedicación de los músicos, sobre la vida de los artistas que estaba marcada por el sacrificio y el amor a su oficio -por lo mismo y con el ánimo de protegerme, no me permitió estudiar nada en el ámbito creativo-.
También era una escena normal ver a mi papi boquiabierto ante el cantar de una voz femenina en una ópera o un recital, incluso podía vislumbrar sus ojos aguados de fascinación y a pesar de que mi progenitor cantaba bastante mal y jamás logró sacar sonido de algún instrumento musical a aparte de poner la aguja en el su tocadiscos o poner a andar el CD player, o el deck, lo cierto es que era un melómano consagrado. El amor a la música nos unía profundamente, más allá de los límites de la relación filial.
De alguna forma el arte era ese espacio en que él me dimensionaba como un ser humano super romántico, sensible e incluso, por qué no, esto le permitió tener indicios de mi naturaleza hipererótica, nunca lo charlamos a ese nivel, pero intuyo que era consciente de haber creado un pequeño monstruo adicto a la música, las letras, las formas y a la estética, que incluso se excitaba con un buen acorde o con la armonía de lo bello percibido con cualquiera de sus sentidos y que no requería que una canción tuviese liricas explicitas para despertar mis más bajos instintos.
Estudiando economía, la vida me dio un vuelco cuando ingresé al coro de mi alma mater, por primera vez estuve conectada con lo que me hacía soñar y podía olvidarme de fórmulas, gráficos y teorías de oferta y demanda, nunca fui tan libre como entonces. Mi voz, a la que a veces le doy tanto garrote, me permitió tener un espacio propio, una hermandad diferente a la académica, en donde no había competencia, solo camaradería.
En el coro me deleitaba escuchando las voces de mis compañeros y alcanzando yo misma notas muy altas en mi calidad de soprano, notas que a veces se me escapan cuando tengo un orgasmo. Los hombres con voces graves siempre me han causado una gran curiosidad, creo que asoció su registro sonoro con misterio y peligro. Los tenores en cambio me generan un ambiente más cómodo, más conocido. Las contralto por su parte siempre tan dueñas de sí mismas, encantadoras y mágicas.
Nuestras charlas en la coral siempre involucraban música, alcohol y experiencias sexuales contadas con detalles, muchas de aquellas con nuestros compañeros cantantes. Aunque solo al final de esta experiencia universitaria conocería a Orfeo en mi alma empezó a gestarse un amor por el Rock y el Pop, estos géneros se convirtieron en la contemporización de lo que mi papi me había inculcado con sus acetatos y sus charlas de mundos cultos europeos; de sinfónicas, filarmónicas, directores y conservatorios de excelencia suprema al otro lado del mundo, que para mi, eran algo así como un Valhalla al que solo accedían dioses iluminados (la verdad, todavia pienso eso).
Rock y Pop pues son mi traga maluca para siempre ¡AMÉN! y ¿como no?, El Rock emana sexo y erotismo excelso, no hay nada más delicioso que ver a un cantante con el torso desnudo en el escenario, ¡eso si es adrenalina pura!; rememorar a ese Axel Rose de Otrora con su melena rojiza y esas notas altas en falsetes que más parecían la conmemoración de un climax. Pasemos al baterista, todo un bárbaro (ricuara pura), la personificación misma de “Animal” de los muppets …grrr, tatuajes en los brazos y unas piernas que aunque no se vean en escena si destilan todo su poder percutivo, es decir, uno de esos polvos que son como una rafaga de pasión incontrolable y rítmica. Finalmente mis favoritos: el guitarrista o bajista, delirio y metáfora; esos hábiles dedos sobre la guitarra o el bajo son ¡todo para mi!, ¿cómo es posible que exista tanta belleza en el mundo?, esos dedos en el mástil, digitando cejillas bien colocadas, con expresión de demonio en el rostro, luego, las mismas manos en el micrófono, echandose la cabellera hacia atrás …ahhh y en mis fantasías, sobre todito mi cuerpo.
Cuando los hombres se sorprenden porque nos gustan los mechudos, no tienen idea de las connotaciones eróticas que el rockero tiene en nuestra psiquis o tal vez, lo saben y entonces se sienten aturdidos e intimidados por ello. El fetiche del rockero en el escenario es difícil de derrocar, por esa adrenalina estuve casada cinco años con Orfeo, cantando en una banda de rock sinfónico en mi versión mas gótica, pero me di cuenta que amaba más las manos de Orfeo en la guitarra que orquestando mi vida (como siempre esto es parte de otra historia por contar).
El pop podría considerarlo menos celestial, un poco más mundano tal vez, pero no por eso menos sexy. Como no amar esas coreografías llenas de poder hormonal, sudor y jadeos o las baladas pop siempre adictivas y desgarradoras. Ni qué decir enttonces de esas colaboraciones promiscuas con con Soul, R&B, Rap y hasta Reggae.
Debo confesar que fue George Michael quien inspiró las primeras veces que me brinde autosatisfacción, con su barba de tres días repitiendo “I want your sex” “For just one moment, To be bold and naked, At your side” “Let’s go outside…I know you want to, but you can’t say yes”… ohhh yesss!.
¿Porqué escribo todo esto?, porque quiero que quede claro que cada cosa que construimos en la vida tiene una relación directa con nuestra sexualidad, para mi nunca es suficiente escuchar una canción que me encanta solo una vez y siempre estoy ávida de conocer nuevos sonidos, por eso es bueno hacer el esfuerzo de escuchar buena música, está bien tener nuestros gustos incluyentes, diversos y populares. Pero, cada vez que abras tu youtube o servicio de streaming déjate llevar por sonidos diferentes a los que estás acostumbrado, es como en el sexo: ¿piensas morirte sin explorar amantes que tal vez te puedan sorprender?: unos afinados, otros no tanto, unos con ritmos pegajosos, otros un tanto más profundos y elaborados; los que se escuchan solo una vez porque suenan muy vacíos y facilistas … y esos otros, los de Grammy, que inundan nuestra memoria y que queremos repetir una y mil veces para encontrarles todas las sensaciones.
El erotismo será siempre como la gran sinfonía de nuestra vida con sonidos adecuados en su mayoria y otros de pronto no tanto, así que démonos la oportunidad de vivirlos, de escoger los instrumentos cuyos notas más nos hacen volar.
Así como se suele decir que somos lo que comemos, yo creo que íntimamente somos lo que escuchamos, entonces tengamos cuidado con tanta grasa saturada y tanto carbohidrato que nos puede indigestar, o peor, intoxicar nuestra conciencia erótica.
Epílogo: Literalmente busque por todo el mundo una obra denominada “El Trino del Diablo” de Tartinni para regalarsela a mi melomano padre, desafortunadamente la vida me dio una gran lección cuando él falleció pocos días después de haber logrado conseguirla y de habersela traido de un viaje… Pero el legado está vivo y la fascinación por la buena música, por los sonidos como instrumento de placer no me abandonará jamás.
Aqui unas frases en torno a la música, mi inspiración, de donde salen todas mis ideas:
⟪Siempre pienso en música y la música llena mis sueños de día: puedo ver mi vida en términos de música y de ella sacó gran parte de mi alegría⟫. ALBERT EISTEIN
⟪Una ventaja que la música tiene sobre la poesía es que mientras el poeta se pasa horas y días en convertir en mágico el material del lenguaje, en la música el material ya es mágico⟫. JORGE LUIS BORGES
Como siempre espero que no me priven de leer sus comentarios … besitos todos 💋💋. Hoy no me extiendo en saludos, solo te espero a ti Black Unicorn, comentario para esta diosa ¿o qué?.